Autor: manuelgme

Esta noche, el Atlético de Madrid tiene la oportunidad de ganar la Supercopa de Europa ante el Chelsea así que hoy voy a dedicar la entrada a este singular equipo. No os pienso aburrir con un reportaje histórico sobre el club ya que éste no es el lugar para ello, pero si os voy a narrar un par de curiosidades sobre el conjunto rojiblanco.

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Bagatelas por Malasaña

Este domingo, recién llegado de mis vacaciones, pude dar rienda a una de mis rutinas favoritas de lo que ha sido mi vida madrileña, un paseo vespertino entre las calles de Malasaña.

El último día de la semana el barrio adquiere una dimensión especial. El color que adquieren las fachadas de los edificios ante la inminente marcha de los rayos de sol contrasta con los locales que palpitan vida, llenos de gente que saca punta a las mejores jugadas de la última juerga disfrutando de un café. Las infinitas pintadas en las paredes y en las verjas de los comercios son testigos de lo que digo.

Paseando un domingo cualquiera por Malasaña puedes sentir todavía los restos de la enésima noche que ha agitado Madrid, la resaca se palpa en el ambiente. El Penta, la Vía Láctea y demás garitos disfrutan ahora de un merecido descanso, ahora los pasos se dirigen a puntos de encuentro como el Lolina Vintage Café. Malasaña tiene un carácter único, entre canalla y melancólico. Se hace mayor pero no envejece. Así ha estado siendo desde que este barrio, cuyo nombre oficial es el de Maravillas, se convirtiese en el epicentro de toda la Movida Madrileña.

Mi itinerario por este barrio siempre suele ser el mismo (hay cosas que cuando están tan bien, no hay porqué tocarlas, ¿no?). Emprendo mi ruta por la Calle San Andrés hasta dar con la bulliciosa Plaza del Dos de Mayo. Meca del movimiento del botellón y que los domingos, con el buen tiempo, invita al ‘terraceo’ de modo descarado. (Si optáis por cenar aquí la Pizzeria Maravillas es todo un acierto). Sigo descendiendo ante la impasible vigilancia de las manecillas rojas del reloj de la Telefónica hasta dar con una de mis calles favoritas de Madrid, Espíritu Santo.

Esta calle es la que más vida tiene de todo el barrio. Tiendas, cafés, restaurantes, todos colaboran de forma desinteresada en dar un colorido único a una calle que se ha puesto muy de moda en los últimos años y que refleja mejor que ninguna ésta segunda juventud que vive Malasaña. Una parada obligatoria es la Happy Day Bakery, en el número 11, una pastelería con productos americanos, ambientada en los años 50 donde disfrutar de unos maravillosos cupcakes.

Actualmente esta calle invita a ser recorrida de forma plácida y disfrutando de cada uno de sus rincones y escaparates pero hace no mucho ésto no era así, la ‘Movida Madrileña’ fue un arma de doble filo de la que algunos nunca llegaron a escapar, como Enrique Urquijo, cantante de Los Secretos cuyo cuerpo sin vida fue encontrado en el interior de un portal, precisamente aquí, en el número 23.

Después de rondar un rato más comienzo a dispersarme, ya sin rumbo definido, por las calles de alrededor, consciente de que tanto a mí, como al barrio, se nos agota el fin de semana, el lunes ya amenaza en el horizonte. Llega el momento de la retirada no sin antes echar la vista atrás y pensar: “volveremos a vernos”.

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Así es amig@s!! Secretos de Madrid estará ‘out’ unos días ya que su papá, un servidor, se va unos días de relax pero no os preocupéis ya que la útima semana de agosto prometo estar por aquí dando guerra. Aunque no esté por aquí ya sabéis que mi cabeza no descansa nunca… Desde aquí quiero dar las gracias a tod@s los que os habéis dejado caer por aquí durante los últimos dos meses (como pasa el tiempo), la verdad es que yo estoy disfrutando muchísimo con esta aventura, y lo que me queda.. Además si todo va bien en septiembre…

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Un pedacito de Londres en el centro de Madrid

Algunos de los secretos de Madrid los descubres por ti mismo, caminando, deambulando…otros sin embargo te los descubren o te los recomiendan, hoy estamos ante uno de estos casos. Un rincón que yo jamás hubiera podido sacar a la luz por cuenta propia pero que me fascinó en cuanto lo conocí. Un pequeño patio escondido que rebosa un aire londinense por los cuatro costados, bienvenidos a Hermosilla 26.

La calle Hermosilla está en el centro del Barrio Salamanca, una zona bulliciosa que todo sea dicho no suelo frecuentar mucho, pero un día me tocó hacer de acompañante para un recado. “Además, te va a encantar este sitio”, fue lo que me dijeron. Al principio pensé que se trataba de la típica táctica que sale en todos los manuales básicos para convencer a alguien, pero no. Cuando lo vi sentí como me transportaba al Londres de los mercadillos de Portobello o Camden, de las tiendas de postal y de las antigüedades que nos observan silenciosas, esperando a que por fin, alguien se anime a comprarlas.

Lo curioso de este espacio es que pasa desapercibido para cientos de peatones que pasan diariamente por su puerta, ajenos a que a escasos metros se encuentra uno de los lugares más originales y con más encanto de la ciudad. Sólo si damos unos pasos y atravesamos el umbral del elegante portal que lo custodia, comenzamos a adivinar una frondosa vegetación. Es cuando caemos en la cuenta que estamos en un lugar especial, diferente.

Hasta que no avanzas unos metros y no llegas por completo a este patio interior no te puedes hacer una adecuada composición del entorno. Antigüedades, tiendas, plantas, bancos de forja, muebles de madera, flores…todos conviven en armonía en este rincón único y bohemio. Todo está cuidado hsta el más mínimo detalle, con mimo y con esmero. Te frotas los ojos, no, no estás en Londres. Pero para entonces, ya la personalidad de este sitio te ha absorbido. Caminas y observas fascinado.

Algunos de los curiosos locales que podréis encontrar en este patio de cuento son las tiendas de Mimoki (famosa por sus tocados), TheWorkShop Flores o la de Sister Jane, una tienda de ropa de claro carácter retro donde llama la atención la presencia de un pequeño tocador/laboratorio. Detrás de él podemos ver a una chica, se trata de Ana Corsini, una alquimista del Siglo XXI que crea perfumes personalizados, al gusto de cada uno, mezclando fragancias y aromas. Ver como lo hace y su material de trabajo es realmente curioso. Muy poca gente en España se dedica a ésto.

Pasar un rato por este mágico lugar es seguramente la forma más económica de viajar a Londres sin movernos de Madrid y sin tener que pasar tediosos controles de seguridad del aeropuerto. Altamente recomendable. Desde luego, ojalá que todas las veces que me toca acompañar a alguien me descubrieran un sitio como éste.

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Los que me conocéis sabéis mi gran predilección por la Gran Vía de la que siempre digo lo mismo, es el mejor espectáculo gratuito del que puedes disfrutar en Madrid. Esta centenaria calle se planteó para mejorar la comunicación entre el noroeste de la ciudad y el centro de la misma. El proyecto urbanístico que trajo consigo su construcción fue el pistoletazo de salida del Madrid moderno que hoy conocemos.

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Popland, el universo 'freak'

Madrid nos ofrece multitud de lugares interesantes que visitar y descubrir, lo mismo podemos decir de sus bares y restaurantes pero no podemos dejar de lado otro ‘pasatiempo’ universal, el ir de compras. Hoy aprovecho para daros a conocer una de mis tiendas favoritas, Popland, un local que se ha convertido en un lugar de peregrinación para la gente un poco friki como yo (o un mucho), para amantes de las series y de las pelis pero también atrae a muchísimos curiosos.

El local se encuentra en la intersección entre Manuela Malasaña y la Monteleón. Su fachada es su mejor carta de presentación, con dibujos de Mazinger Z, de Elvis Presley o del Cubo de Rubik nos hacen toda una declaración de intenciones de lo que podemos encontrar en este pequeño pero aprovechadísimo espacio. Nada más entrar, todos sus objetos y colores llaman nuestra atención, son tantas las cosas las que mirar que uno se siente hasta mareado pero con paciencia, poco a poco se puede ir viendo todo sin agobios.

Figuras de cualquier personaje de ficción, tanto actuales como retros, chapas, pósters, vinilos, camisetas, artículos extravagantes, objetos de decoración y cientos de cosas que no sabes ni que existen hasta que te las encuentras… En esta tienda tienen cabida desde el Equipo-A hasta Naranjito pasando por La Naranja Mecánica. Lo dicho, un universo ‘freak’ en el que podréis encontrar el regalo perfecto con el que seguro vais a quedar bien.

Pinchando aquí os enlaza a la página web de la tienda por si os apetece echar un vistazo o simplemente, no vivís en Madrid.

Por cierto, si alguno quiere, acepto regalos, da igual lo que sea, fijo que acertaréis 😉

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La curiosa relación entre Madrid y Pamplona

Hoy he descubierto un curioso nexo de unión entre Pamplona y Madrid así que tan pronto como he podido me dispongo a compartirlo con vosotros, ¿Os podéis imaginar que tienen en común el Paseo Sarasate y el Palacio Real?

Si no lo conocéis, uno de los edificios más impresionantes de todo Madrid es el Palacio Real. Tras el incendio de la antigua residencia de los Reyes en 1734, Felipe V mandó construir un nuevo alojamiento para los monarcas, eso sí, este completamente de piedra para protegerlo de las llamas. Más de dos siglos después de su construcción, su majestuosidad sigue dejando con la boca abierta a más de uno.

En el proyecto original la cornisa de este gran edificio iba a estar decorada por 108 esculturas de gran tamaño. Éstas representarían a los monarcas de los diferentes reinos relacionados con la monarquía española: América, Portugal, Castilla, Aragón, Galicia, Navarra y a los distintos Reyes de España.

Finalmente nunca se colocaron en su ubicación original ¿El motivo? A día de hoy no está claro. Una primera hipótesis dice que el peso de todas ellas podía dañar la estructura del edificio pero a mí me gusta más la segunda teoría.. La Reina Isabel de Farnesio (esposa de Felipe V), supersticiosa y paranoica, tuvo varias pesadillas en las que veía como un terremoto sacudía la ciudad de Madrid y las estatuas terminaban por caer encima suya hasta aplastarla. Estos perturbadores sueños podían ser una premonición sobre el final de la monarquía por lo que Isabel instó a su hijo, el Rey Carlos III, a colocar las estatuas en otro lugar “menos peligroso”. Dicho y hecho.

El caso es que el tejado del Palacio Real nunca contó con esta ilustre compañía y las figuras de piedra permanecieron guardadas en unos sótanos subterráneos hasta que Isabel II llegó al trono y decidió repartir estas esculturas por toda la ciudad y por toda la geografía Española.

Muchas de ellas no tuvieron un viaje demasiado largo y se quedaron en la Plaza de Oriente o en los Jardines de Sabatini, a escasos metros de su ubicación original, pero otras llegaron a sitios como El Ferrol, Vitoria o… Pamplona!!! En 1885 comenzó la reurbanización del Paseo Sarasate y se optó por adquirir varias de estas esculturas para adornar el paseo. La idea era traer las de distintos Reyes de Navarra, como Sancho el Fuerte o Iñigo Arista.

La realidad fue bien distinta ya que se enviaron seis esculturas (una reina y cinco reyes) aunque sin atender al deseo sobre su identidad. Sólo dos de ellas, la de Felipe III y la de García Ramírez, el Restaurador, tienen algo que ver con Navarra puesto que las otras cuatro no se sabe a ciencia cierta a quien representan.

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Conociendo los 'otros' museos de Madrid

La presencia de grandes pinacotecas como el Museo del Prado o el Thyssen ha catapultado el nombre de Madrid a todos los rincones del mundo. Atraen miles de turistas cada año pero la grandeza de esta ciudad radica en el abanico de opciones que siempre nos ofrece. Alejados de los flashes y de los japoneses existen otros museos mucho más modestos como el que nos ocupa ahora mismo, el Museo de la Ciudad de Madrid donde podemos adentrarnos en los orígenes y las etapas que ha vivido la antigua ‘Mayrit’.

Hoy me he dejado caer por el Museo de la Ciudad de Madrid, situado en la Calle Príncipe de Vergara 140, junto a la parada de metro Cruz del Rayo (entrada gratuita). He de reconocer que hasta ayer no conocía la existencia de este lugar. El hecho de que lo vayan a cerrar próximamente, el 31 de julio, ha hecho que la curiosidad me picase aún más y hoy mismo he ido a verlo.

El museo ocupa un edificio impresionante pero la sensación en general es que el lugar está muy desaprovechado. Demasiado espacio para terminar ofreciendo tan poco contenido, pienso que la historia de esta ciudad da para muchísimo más. La primera planta es totalmente prescindible ya que nos hablan sobre las infraestructuras de las que dispone la ciudad como el Depósito de Aguas de Isabel II o el aeropuerto de Barajas. El problema es que todo tiene un tufillo a herramienta de propaganda político que el aspecto informativo y formativo queda en segundo plano.

En la planta superior ya comenzamos a entrar en materia y sobre lo que nos interesa, la historia de Madrid, desde la prehistoria, hasta la presencia de los romanos y los primeros asentamientos musulmanes. Me hubiese gustado que se profundizase más en estas épocas ya que se pasa muy por encima, de puntillas. Lo que está mejor tratado es todo lo que viene después, el Madrid de los Austrias y la Ilustración. Todo ello acompañado con objetos de la época, retratos y algunas maquetas de mucho mérito.

La última planta es la que más me ha gustado,quizás por ser la que mejor conozco, es la que trata sobre los Siglos XIX y XX y en la que destacan una multitud de maquetas que muestran el gran crecimiento y la re estructuración que sufrió Madrid en esta época. Hay una en la que se puede ver todo el eje que constituye la Castellana, hasta las Torres Kio y otra con la zona del Palacio Real y de Plaza España que ya por sí solas merecen la visita.

Ya os he comentado que en los próximos días se retirarán estas piezas y el edificio se utilizará para albergar parte de las oficinas del Ayuntamiento. El destino de este tipo de lugares está escrito desde hace tiempo, convivir con pinacotecas de la talla mundial del Prado o del Thyssen les hace un flaco favor. Éso y su ubicación alejada del centro hace que tal día como yo sólo estuviésemos unas 15 personas en su interior, una pena. Ahora, exactamente 20 años después de su inauguración, cerrará sus puertas ya que no su mantenimiento no es viable. Otro sopapo a la cultura.

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Vivimos semanas de calor extremo, seguramente el factor que peor llevo de Madrid. Yo que vengo del norte llevo fatal ésto de abrir la ventana a las noches y que no refresque, que no entre ni una gota de aire y que la ciudad entera se convierta en algo así como una freidora gigante.

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El espantapájaros de la Gran Vía

Fue bautizado como “El edificio más alto de la nación y de Europa” en un claro ejemplo de propaganda franquista tras su construcción, en 1953, y ahora medio siglo después aguarda silencioso, en un enclave privilegiado, a que alguien le devuelva el esplendor y apogeo al que estuvo acostumbrado desde su concepción.

Cada vez que paso por debajo del Edificio España pienso lo mismo, la gestión de este gigante de hormigón es un claro ejemplo de la situación del país. Cuando las cosas se hacen sin cabeza pasa lo que pasa, no me imagino en mitad de la Quinta Avenida o de los Campos Elíseos un edificio de esas características vacío, desaprovechado, sin gente en su interior dotándolo de vida. Una oportunidad inmobiliaria que nadie ha sabido gestionar. Un monstruo de 25 plantas que podría albergar cientos de viviendas absolutamente diáfano. Incomprensible.

Se trata del duodécimo edificio más alto de la capital y hasta 2006 albergó al Hotel Crowne Plaza además de viviendas y oficinas. Sucedió lo que suele ocurrir en la mayoría de estos casos, la dejadez de unos y los empeños de otros fueron deshabitando este símbolo de Madrid hasta dejarlo como lo vemos actualmente.

Su construcción comenzó en 1948 y finalizó en 1953, su fachada y estilo arquitectónico recuerda mucho a los grandes bloques de apartamentos que podemos admirar en Manhattan y es que sus arquitectos tomaron como referencia el Rockefeller Plaza para su construcción. En sus años dorados llegó a tener incluso una discoteca en la azotea con piscina. Ubicado en el nexo de unión entre Gran Vía y Princesa y junto a la Torre Madrid, a sus pies se extiende la Plaza de España, ¿Se puede estar mejor ubicado?

En 2006 el Grupo Santander decidió comprarlo por un precio de 300 millones de euros para darle un lavado de cara y convertirlo en un bloque de exclusivos apartamentos. La explosión de la burbuja inmobiliaria se llevó por delante este proyecto mastodóntico que debería de haberse puesto en marcha en 2010.

Como os digo, es una verdadera lástima ver como este magnífico rascacielos se encuentra olvidado y vacío…bueno no, parece que vacío del todo no está ya que hay quienes aseguran que en la planta 14 habita un fantasma, los últimos trabajadores que desempeñaron labores de desescombro en el bloque aseguran que los ascensores se abrían y cerraban a su antojo y que sucedían cosas extrañas en su interior. Puede que fuesen espectros, quien sabe, o quizás el alma de este edificio, pidiendo a gritos que alguien lo recupere y lo devuelva a la vida.

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Templo de Debod

Hoy me he dado un paseo por uno de los lugares más mágicos de Madrid, el Templo de Debod, una construcción egipcia que guarda una curiosa historia que no tardaré mucho en desvelaros.

Acostumbrado a verlo siempre lleno de gente hoy he tenido la ocasión de disfrutarlo casi de forma exclusiva. La verdad es que 2.200 años después de su construcción sigue luciendo impresionante. Una parada que no puede faltar en ninguna visita a Madrid…

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Hola a todos de nuevo, ¿Cómo han ido estos días? Después de los estragos sanfermineros uno ya está en condiciones de retomar sus vivencias y anécdotas madrileñas… En el último post os dejé abierto un enigma y creo que ha llegado el momento de resolverlo.

Ya os comenté que en una céntrica plaza de La Latina, en la Plaza de la Puerta Cerrada, llama la atención una fachada pintada de morado (o lila, nunca he sido muy bueno para los colores) con una leyenda que viene a decir lo siguiente, “Fui sobre agua edificada, mis muros de fuego son”. ¿A qué se refiere?

Los viandantes leen esta frase y no comprenden si hace referencia a la propia casa o si se trata de una caprichosa adivinanza, la solución a estas enigmáticas palabras, sin embargo, es mucho más sencilla. Habla de los orígenes de esta ciudad, Madrid. El mural, dibujado por Alberto Corazón, nos desnuda y descubre unos datos reveladores sobre esta urbe.

Cuando dice “Fui sobre agua edificada” se refiere a que Mayrit, nombre del asentamiento musulmán que dio lugar al Madrid que hoy todos conocemos, se estableció en su ubicación actual por ser un terreno con muchas aguas subterráneas y por levantarse sobre el arroyo que atravesaba la actual Calle de Segovia. La riqueza de sus tierras hizo que fuese el sitio idóneo para establecer un fuerte musulmán en un lugar privilegiado.

La segunda parte de la frase, “Mis muros de fuego son”, tiene mucho que ver con la concepción original de Madrid (o Mayrit). Al ser una fortaleza, estaba cubierta de una muralla de defensa. El material empleado para su construcción resultó ser sílex o pedernal, por lo que al recibir el impacto de las flechas por las noches (más concretamente de las puntas de metal de éstas), saltaban chispas que vistas desde la distancia parecían pequeñas lenguas de fuego.

Curioso, ¿Verdad?

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«Fui sobre agua edificada, mis muros de fuego son»

Los que hayáis pasado alguna vez por la Plaza de la Puerta Cerrada (junto a la Latina) habréis visto una enorme fachada pintada de morada decorada por esta enigmática frase. Parece una pista sacada de una película de aventuras y la verdad es que, como todo en esta vida, tiene un significado… mañana os lo cuento!!

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El Modernismo que aún perdura en Madrid

Hoy os invito a dar un paseo por la Calle Fernando VI, en Chueca, para descubrir uno de los edificios más bonitos que tiene Madrid. Caminando por esta calle, perpendicular a Hortaleza y próxima a la estación de Alonso Martinez, aguarda el Palacio Longoria, más conocido por ser la actual sede de la SGAE. Uno de los escasos ejemplos de arquitectura modernista que tenemos en la capital pero que representa esta corriente artística como pocos.

Recuerdo la primera vez que me topé con este edificio, iba caminando sin un rumbo claro, callejeando hasta que una fachada llena de curvas y formas suaves llamó mi atención. Me acerque para contemplarlo al detalle, para disfrutarlo. Era como si un alfarero gigante hubiese cogido el palacio y lo hubiese moldeado a su antojo, suavemente, como si se tratase de una gran construcción de arcilla.

La balaustrada de la terraza principal, los adornos vegetales que decoran todas sus ventanas hacen de ‘La Tarta’, como le llaman los madrileños, un edificio único que parece desubicado, fuera de contexto. En Barcelona, el modernismo, espoleado por el genio de Gaudí, se apoderó por completo de la ciudad, dándole ese aspecto que todavía hoy refleja. Sin embargo, en Madrid esta corriente no tuvo tanta aceptación y los ejemplos de edificios claramente modernistas se pueden contar con los dedos de una mano.

La casa-palacio fue ordenada construir por Javier González Longoria, un boyante hombre de negocios que encargó el proyecto en 1902 al arquitecto José Grases, quien la finalizó dos años más tarde. Sus primeros inquilinos no pudieron habitar mucho tiempo la casa y se la vendieron al dentista de Alfonso XIII por 500.000 pesetas de la época. Desde 1950 es la sede de la polémica Sociedad General de Autores de España, la SGAE.

En el interior del edificio destaca una impresionante escalera imperial, realizada con una barandilla de forja, que reina en el espacio central de la entrada. Es una pena que este palacio no esté abierto al público aunque en eventos, como la Semana de la Arquitectura, hacen visitas guiadas. Yo tuve la ocasión de poder disfrutarlo desde dentro cuando acudí a la capilla ardiente de Antonio Vega, cantante de Nacha Pop. Aquel día tuve la oportunidad de despedir a un genio y de conocer las entrañas de este peculiar palacio.

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Mi recomendación: Nagoya

En la entrada de hoy os voy a confesar un nuevo vicio que he descubierto recientemente, se trata de la comida japonesa. Un mundo que hasta hace un par de meses era un auténtico universo desconocido para mí pero en el que recientemente he realizado varias incursiones, todas ellas igualmente satisfactorias.

Siempre he sido muy abierto a la hora de probar distintas culturas gastronómicas e incluso me he atrevido, un par de veces, a ir a restaurantes vegetarianos (algo impensable para mí hace años). No obstante, la comida japonesa, más por desconocimiento que por otra cosa, se me resistía. Ahora, sin embargo, cualquier momento me parece bueno para degustar un sashimi de salmón o unas gyoza.

El restaurante del que os voy a hablar hoy se llama Nagoya y está en la Calle Trafalgar, una de las que desemboca en la Plaza de Olavide. Había oído buenas referencias de él así que un día decidí probar. Me gustó pero no me fascinó ya que cometí el error de no probar el pescado crudo, me limité a pedir lo que comerías en cualquier chino. La segunda vez que acudí, ya con una experta en la materia, me dejé aconsejar, y mi paladar aún lo está agradeciendo.

Para el que no le guste arriesgar mucho siempre puede pedirse un pollo Teriyaki, unos tallarines Yaki-Soba o una tempura pero creo que la verdadera gracia de ir a este sitio es probar platos a base de pescado crudo como el sushi, el sashimi (el de salmón es altamente adictivo) o el Ebi Temaki (rollo de algas con langostino), platos que te preparan al instante en la barra y que tienen un sabor increíble.

Tanto los cocineros como los camareros son todos japoneses, super serviciales y eficientes. El local no es grande así que el ambiente es muy acogedor, todo decorado de madera al estilo tradicional y con una carta muy variada. Por lo que he podido leer en críticas de otras webs se trata de uno de los japoneses con mejor fama de Madrid, seguramente los habrá mejores pero puede que a precios muy superiores. La relación calidad/precio del Nagoya es difícil de batir, por unos 25 o 30 euros puedes disfrutar de lo mejor de la gastronomía nipona en pleno barrio castizo de Chamberí.

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