Hay ocasiones en las que, en las fotos antiguas que os traigo, el protagonismo de…
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Llegando a los metros finales de la Calle del Arenal nos espera uno de mis…
Una de las obras de arte más importantes de cuantas se conservan en Madrid, paradójicamente…
Desde algo más de un mes, en un discreto callejón de la revoltosa Calle Arenal,…
La historia de Madrid es curiosa y caprichosa y los avatares acaecidos en sus calles a veces no se ponen de acuerdo. Es lo que sucede con la céntrica Calle de las Hileras que a falta de una tiene tres teorías que se disputan su nombre.
En la sección de esta semana de fotografía vamos a transitar por uno de los…
La Calle del Arenal ha estado vinculada al comercio desde tiempos remotos. Transitar por ella…
No tiene el encuadre perfecto, quizás los entendidos del tema le podrán sacar unos cuantos fallos pero esta fotografía tiene una vitalidad indescriptible. Se tomó, precisamente, un 15 de mayo.
Durante su vida, como cualquier otra ciudad, en Madrid se han ido aprobando medidas para…
Madrid es objeto de miles de fotografías cada día. Sus rincones y edificios no dan…
Hace unos días fue el Día Internacional de la Mujer y por eso he querido…
Después de una larga caminata por el centro de Madrid o de una agotadora jornada…
La Historia Interminable o la Sombra del Viento, ambas tienen en común un elemento notable. La primera es una película que todos disfrutamos durante nuestra infancia, la segunda, una novela actual que ha marcado un hito en la literatura moderna española. Las dos con un nexo, la presencia de un elemento que nos abre las puertas a la fantasía, a lo desconocido…las librerías.
En Madrid las grandes librerías han ido terminando con esos pequeños comercios de sabor añejo, de estanterías repletas de volúmenes descatalogados, donde la anarquía del lugar sólo encuentra fin en la cabeza de sus tenderos. Pero todavía podemos encontrar un lugar donde ésto sucede, un sitio único y brujo, la Librería de San Ginés.
Ubicada en el pequeño pasadizo que lleva el mismo nombre y que va a pasar a la céntrica Calle Arenal, se trata de un comercio que lleva colmando las necesidades de los devoradores de páginas más peculiares desde mediados del siglo XIX. Es un lugar pequeño pero que rebosa historia, encajado en la fachada del edificio. Su armazón de madera y su tejado de tejas curvas le dotan de una belleza austera, de otra época.
En este sitio uno puede encontrar libros antiguos, ésos que pensaba que no hallaría en ningún lugar, y también obras de segunda mano a precios, como el lugar, de otra época. Sólo con echar un vistazo entre los cientos de tomos que sacan a la calle, uno recibe una experiencia igual de gratificante y enriquecedora que la propia lectura.
Curiosos y fanáticos de los libros se dejan caer por este lugar que parece sacado de alguna de las miles de páginas que encierra. Detenerse ante él un día de gris y triste de febrero, y disfrutar de la escena bajo el manto amarillo que nos proporcionan las bombillas desnudas de su escaparate nos brindan una escena encantadora. Después, para entrar en calor, basta con adentrarse unos metros en el pasadizo y disfrutar de uno de los mejores chocolates con churros de Madrid. Con o sin libro, éso ya lo decide cada uno.
Durante nuestra infancia la inmensa mayoría de nosotros recibimos la visita nocturna de un pequeño roedor, el Ratoncito Pérez. Un personaje de leyenda que se pasaba la vida recogiendo los dientes que los niños colocaban bajo su almohada y que, a cambio, éste les dejaba un regalo.
Hasta aquí nada nuevo, lo sorprendente de este personaje es cómo y porqué se creo. Una historia que tomó forma entre las grandes salas del Palacio Real y que se utilizó para tranquilizar y entretener a un futuro monarca. Una fábula que dio lugar a una leyenda pero que aún se percibe de forma muy real en Madrid, más concretamente en el número 8 de la Calle Arenal.
Tras la muerte de Alfonso XII tuvo lugar la regencia de María Cristina hasta que el futuro rey, Alfonso XIII cumpliese la mayoría de edad y fuese coronado en 1906. El joven Alfonso, acostumbrado todo tipo de facilidades y mimado hasta el extremo se convirtió en un niño asustadizo y que se alarmaba ante cualquier imprevisto, como la caída de su primer diente de leche.
Su madre para tratar de tranquilizarlo encargó al Padre Luis Coloma que escribiese un cuento para el niño a fin de calmarlo. El Padre Jesuita no tardó mucho en redactar las 13 páginas que dura el relato y que narra las aventuras del Rey Buby (apodo con el que llamaba de forma cariñosa María Cristina a su hijo) quien tras perder su primer diente lo colocó debajo de la almohada junto a una carta y esa misma noche recibió la visita del Ratoncito Pérez.
En la historia del Padre Luis Coloma, el Ratoncito Pérez y Buby, convertido en roedor por un hechizo de su nuevo compañero de fatigas, marchan juntos por la noche recolectando los dientes de los demás niños y finalmente llegaban a la morada del Ratoncito Pérez. Ésta estaba ubicada en un lugar real, la trastienda de la pastelería Carlos Prast, situada en la Calle Arenal Nº8. Ahí, Buby conoce a toda la familia de su nuevo amigo, que vivía dentro de una caja metálica de galletas Huntley (las favoritas de Alfonso).
Hoy en día dicha confitería ya no existe y en su lugar hay unas galerías comerciales pero numerosas placas oficiales y una pequeña estatua de metal de nuestro protagonista de hoy, recuerdan que en dicho lugar tiene su casa el Ratoncito Pérez. Además, en la primera planta del edificio se encuentra la Casa Museo del Ratón Pérez, un lugar donde sorprender a los más pequeños y en el que hay un buzón donde los niños pueden depositar sus dientes y sus cartas.