Las pagodas son un tipo de construcción muy características de Asia, casi siempre ligadas a fines religiosos. Cualquiera que haya ido a China, Japón o Vietnam se habrá hartado de ver estas edificaciones tan armónicas y bellas. Lo que no muchos saben es que, durante varias décadas un edificio, de corte muy similar, alegró la vista a cuantos circulaban por la A-2. Hoy recordamos a uno de los edificios más innovadores de cuantos dispuso Madrid, la pagoda.
Basta detenerse tan solo unos segundos en cualquiera de las muchas fotos existentes de este brillante edificio para entender lo mucho que tuvo que impactar su llegada, en 1967. Máxime cuando en aquel momento, la arquitectura española era más “partidaria” de otros estilos y formas mucho más conservadoras. Sin embargo, cuando Miguel Fisac recibió por parte de los laboratorios JORBA la construcción de su nueva sede escuchó una orden clara. Querían algo distinto e innovador, un edificio que sirviese como propio reclamo. Entonces, la mente de Fisac comenzó a dar vueltas.
Y eso fue lo que hizo, dar vueltas. Mediante una sencilla premisa logró un diseño arriesgado que rápidamente cautivó a los madrileños y a los expertos en la materia. Cada planta rotaba 45º con respecto a la anterior. Así obtuvo este edificio lleno de picos y aristas que pronto se conoció como La Pagoda.
En su construcción se invirtieron dos años, desde 1965 a 1967. Quizás algunos la recordéis, yo desde luego no tuve la suerte de conocerla puesto que fue derribada en 1999. Sobre su desaparición hay muchas hipótesis, aunque lo único cierto es que esta polémica decisión nos privó de uno de los edificios más bonitos e innovadores de cuantos han desfilado por Madrid.
1 comentario
Lo del derribo no fue ningún misterio, la empresa que la compro, quería aprovechar al máximo los metros cuadrados para hacer nuevas oficinas.
Pese a que el edificio tenia el premio nacional de arquitectura, no estaba protegido, la ley de patrimonio cultural para los edificios más «modernos» se aprobó en 1998, pero en el 1999, todavía no se había hecho el catalogo, se derribo rápidamente…. pues empezó una campaña por parte de la escuela de arquitectos para impedir su derribo, incluso se manifestaron delante de el, La prensa los califico de «terrorismo cultural» al y se hicieron la oficinas, cuadradas sin personalidad alguna, pero muy rentables por el numero de metros cuadrados y su ubicación…. «¡y aquí no ha pasado nada! «