No tiene fachadas de postal y tampoco posee comercios que merezcan, por sí solos, una visita. Es humilde y austera. Sin embargo, aguarda con timidez a que alguien se atreva a descubrirla, consciente de lo mucho que gana en las distancias cortas. En sus escasos 75 metros de longitud, se respira historia y sosiego, motivo que la hacen una de mis calles predilectas de Madrid, la Calle del Codo.
Cobijada en las entrañas del Madrid de los Austrias, se trata de una pequeña callejuela que une la Plaza de la Villa con la Plaza del Conde de Miranda. Su mayor mérito es haber permanecido casi intacta con el paso del tiempo, apenas una tienda de alquiler de bicicletas y un salón de belleza se han atrevido a romper el hechizo que esconden sus muros.
Su nombre se lo otorgó el Marqúes de Grabal ya que hace un giro de 90º, como si se tratase la articulación de un brazo. La placa que adorna esta callejuela característica del Madrid de los Asutrias nos muestra el dibujo de un brazo con una armadura medieval. Con echar un simple vistazo a esta ilustración nos hacemos una idea nítida del trazo que adopta la calle.
Sus muros esconden secretos de rufianes y buscavidas, cortesanos y espadachines. Testigos mudos de aquellos sucesos son la Puerta de la Torre de los Lujanes o el Convento de las Carboneras (llamadas así porque veneraban una imagen de la Virgen de la Inmaculada encontrada en una carbonería). Pasear por este romántico lugar nos brinda la oportunidad de aislarnos del bullicio y recorrer el pasado del Madrid sin alborotos ni enjambres de turistas.
Ya sabéis además lo mucho que me gusta incluir anécdotas para terminar de esculpir mis historias y mi preciada Calle del Codo no podía ser menos. Según cuentan las crónicas de la época, uno de sus transeúntes más ilustres fue el escritor del Siglo de Oro, Francisco Quevedo, quien adoptó la insana costumbre de orinar en esta callejuela siempre que volvía de parranda, además con la manía de hacerlo siempre en el mismo portal.
8 comentarios
A mí también me encanta esta calle. No sabía nada de su historia, asi que gracias! Me parecía gracioso el nombe!
Lugar de paso diario (zona trabajo)……… Quevedo sigue pasando por ella, aunque GAD todas las mañanas también el Servicio de Limpieza del Ayuntamiento
Es muy buena tu página! tal vez sería interesante completar los artículos con un par de fotos más sobre los lugares que escribes!.
Saludos!
En el
Convento que hay saliendo de esa
Calle, que es de clausura, se
Puede entrar a comprar dulces que hacen las monjas, a través de un torno. Un sitio encantador y unos dulces exquisitos.
Tambien en esa calle es donde nos examinabamos para poder obtener el titulo de mecanografia.
Que tiempos aquellos!!!!
Si D. Francisco levantara la cabeza, le daba a «las crónicas» una lección de esgrima.
Muy simpatica anecdota del ilustrisimo Quevedo.. los vecinos cansados de que este parara a orinar alli al salir de las tabernas colocaron una cruz con un mensaje «No se mea donde hay una cruz».. Quevedo tan ironico y simpatico -considero yo- respondio con un mensaje «No se pone una cruz donde se mea»
Quizás la historia no sea del todo cierta pero queria compartir porque nunca vi la fotografia de la calle ni supe del origen del nombre hasta ahora.. gracias por ello