¿Qué pensaríais si entraseis a una iglesia y os encontraseis con un cocodrilo disecado? Esta pregunta que suena a chiste no hace mucho lo vivían en primera persona todos aquellos que se acercaban a una céntrica iglesia de Madrid, una presencia que terminó por incomodar incluso al párroco. ¿En dónde?
La respuesta la hallamos en la Calle Arenal, nº13, en la peculiar Iglesia de San Ginés. Sin ser una de las más bonitas de Madrid, las historias que en torno a ella perduran, como la del fantasma sin cabeza que os conté en la Semana del Terror, siempre la han puesto en el disparadero.
Hoy vamos con otra curiosidad, esta mucho más real y tangible que la del espectro aunque también con su parte de leyenda. Hasta hace recientemente poco, en una de las capillas del templo, la Capilla de la Virgen de los Remedios, los fieles y los visitantes no podían evitar poner una cara de asombro al observar a los pies de la virgen un cocodrilo disecado de grandes dimensiones pero, ¿cómo llegó el reptil a ese sagrado lugar?
Según parece, el culpable de esta exótica presencia fue Alonso de Montalbán, Comisionado de los Reyes Católicos quien en uno de sus viajes por América fue perseguido por un grupo de cocodrilos, seguramente con no muy buenas intenciones. Tras lograr ponerse a salvo en una isla, de nuevo, tanto él como su familia, se vieron amenazados por otro gran cocodrilo. Para salir vivos de aquella tesitura, Alonso se encomendó a la Virgen de los Remedios. Tras escapar sano y salvo de la persecución del reptil, a su regreso a Madrid, mandó esculpir la imagen de la Virgen y a sus pies, ordenó colocar al cocodrilo disecado, en recuerdo de aquella milagrosa hazaña.
El animal estuvo a la vista de todos, feligreses y curiosos, desde 1522 hasta hace poco tiempo, cuando un día, misteriosamente, desapareció de su sitio. Según se cuenta, el párroco estaba ya cansado de las visitas a la «capilla del lagarto», que poco tenían que ver con la fe y que sólo iban en busca del animal, así que optó por retirarlo de la “vida pública”, alejado de las miradas curiosas.
8 comentarios
En primer lugar quería darte la enhorabuena por el blog. Es muy interesante!
El tema de los cocodrilos era frecuente en aquéllos siglos. Y no sólo en las iglesias, sino que en las wünderkammer (o cámaras de maravillas) era frecuente que hubieran cocodrilos y otras rarezas naturales para Europa en aquel momento.
Volviendo al tema de cocodrilos e iglesias, en la Catedral de Sevilla hay un cocodrilo tb (aquí lo llamamos lagarto y da nombre a la puerta del lagarto incluso) En este caso fue un regalo de una comitiva egipcia que vino a pedir la mano de la hija del rey Alfonso X. El lagarto de verdad se perdió hace muchísimo tiempo pero queda el recuerdo con uno de madera.
En el Viso del Marqués hay tb uno en la iglesia de la Asunción.
Una pena que haya desaparecido. Te puede molestar más o menos que vayan a visitar tu iglesia con más o menos fe, pero el cocodrilo se había convertido en parte del patrimonio de la misma. ¿Se investigó la desaparición?
Un saludo!
Ciertamente, en la Iglesia del Viso del Marqués (Ciudad Real), también hay un cocodrilo disecado.
«El lagarto de Viso», un cocodrilo disecado de unos 5 metros de longitud procedente del río Nilo, que fue traído a la localidad por el Marqués de Santa Cruz, Don Álvaro de Bazán, en una de sus expediciones.
http://bowmanpoole.wordpress.com/2010/12/03/fray-tomas-las-islas-encantadas-y-el-lagarto-de-berlanga/
En Ávila también tenemos un cocodrilo disecado en la ermita de Sonsoles, al que también llamamos lagarto de Sonsoles, que está allí por la leyenda de esta Virgen 😉
En Berlanga de Duero también hay un cocodrilo traído a la Colegiata por Fray Tomás de Berlanga, descubridor de las Islas Galápagos.
Silvestre Paradox, también tenía uno en su buhardilla de Madrid
Y en la iglesia del Patriarca, en Valencia hay otro.
En Mallorca también tenemos uno, lo llamamos «Drac de na Coca» y se conserva disecado en el Museo Diocesano.
Era el siglo XVII. No se sabe muy bien como llegó a la isla (se cree que escondido en las mercancías de algún barco) la cuestión es que fue a parar a las alcantarillas y, al crecer, dio más de un susto a los habitantes de la ciudad.