Hoy comienza oficialmente el invierno pero las luces navideñas ya llevan unos cuántos días dando calor y color a las despedidas de Madrid. Tiempo suficiente para hacer balance de qué espacio ha sido el peor iluminado, o digámoslo más suavemente el más decepcionante, y por el contrario cuál ha sido el que más ha cautivado y ‘oohhhh’ ha conseguido robar. En este segundo campo me parece que ha habido un clarísimo ganador, por aclamación popular, y es el tramo de la Calle de Alcalá que nace en la Fuente de Cibeles y despega hasta la Puerta de Alcalá.
El otro día puse atravesarlo en coche y la verdad, es una sensación mágica. Sobre nuestras cabezas una constelación de luces azules nos envuelve y rodea. Imposible no contagiarse de su encanto y esbozar una sonrisa. Así de efectivo es el hechizo de la Navidad. Pura magia a muy poquitos pasos del corazó de Madrid.
Desde que tuvo lugar el alumbrado navideño en Madrid he visto muchas fotos de este efecto nocturno, de este desfile de colores. Pero ninguna con la fuerza de esta captura de Carlos Avilés (@CAvilesPhoto para los amigos). Me gusta la lucha y pugna de luminosidad que vemos entre el asfalto y el cielo. El tráfico, incesante y arbitrario, hace todo lo que está de su mano para captar nuestra atención. Pero ahí están, a unos cuantos metros desde el suelo, esos tendidos azules para hipnotizarnos con sus destellos. Para lanzarnos con ánimo a las intensas fechas que se nos avecinan. Para confirmarnos algo que ya sabíamos, Madrid es una ciudad que te hace vibrar el alma. Y más en estos emotivos días.

