Como esas siestas de verano abruptamente rotas por la llamada de una compañía eléctrica o de telefonía, parece que el descanso de la Gran Vía, entre unas cosas y otras jamás llegará. Ya le costó décadas tener una identidad propia, una figura curvilínea por la que ver y dejarse ver. No obstante, desde su inauguración, los trabajos en ella han sido más una rutina que una excepción, como observamos en la foto de esta semana.
No me digáis que si, coloreamos este recuerdo, no tenemos la sensación de estar asistiendo a los mismos trabajos que, desde hace meses, tienen atareada a nuestra querida Gran Vía, ampliando sus aceras. Con vallas, cascotes de piedra y muchos operarios alborotando el ya de por sí estruendoso día a día de la calle más famosa de Madrid. La misma que hasta el 24 de noviembre no dará por finalizado su nuevo aspecto.
La foto nos traslada al inicio del segundo tramo de Gran Vía, seguramente a algún acondicionamiento de la acera que acompaña al Edificio Telefónica. Una imagen antigua de Madrid que, por una vez, más que una sorpresa nos despierta una extraña sensación de déjá vu. Sólo confiemos que, a partir de finales de noviembre, le dejen dormir en paz, al menos unas décadas más. Se lo merece, y nosotros también.