Hoy un gesto tan sencillo como alzar la mano es una señal que rápidamente un taxista interpretará como requerimiento de sus servicios. Un movimiento fácilmente reconocible por cualquiera y que en un rato, dependiendo del tráfico, nos llevará al punto que queramos de Madrid.
Son más de 15.000 los taxis que transitan por las calles de la Villa, una inmensa flota para dar servicio a madrileños y visitantes que necesitan desplazarse por la ciudad. Pero hoy toca viajar a los orígenes de este servicio, casi a sus primerísimos días. Es allí, en una plaza un tanto especial donde encontramos este secreto de Madrid tan vinculado al mundo del taxi.


A pocos metros de la Calle Mayor se encuentra la Plaza de Herradores. Es curioso porque la concepción actual que tenemos de una plaza, poco o nada tiene que ver con el aspecto de este lugar. Sí que tiene un diseño ‘cerrado’ pero no hay apenas espacio para los peatones más que en su perímetro. Es más el nudo de una ratonera por la que se cruzan las calles Fuentes, Hileras y Bonetillo y, en su número 9 se ubica el secreto que buscamos.
Como decía, en la actualidad se puede parar a cualquiera de los taxis que circulan por la carretera para contratar sus servicios pero siglos atrás no era así. Sí que es verdad que, tras el traslado de la Corte a Madrid la población creció de manera vertiginosa y así se multiplicaron los servicios que esta demandaba. Por ello, en esta plaza, esquina con la Calle Hileras una cartela nos recuerda que aquí estuvo la primera parada de taxis de Madrid. “En esta plaza de herradores estuvieron en el siglo XVII las paradas de las sillas de mano, los primeros taxis que circularon por Madrid” es el texto que se puede leer en esta placa romboidal.
Hay que aclarar que aquellos primitivos taxis eran sillas de manos, habitualmente utilizadas por damas de las más altas clases, que consistían en unos habitáculos de madera que eran cargados por los denominados silleteros. Ésta fue la primera parada de todas pero luego se fueron instalando más en otras plazas de Madrid como Sol, la Cebada o Antón Martín. Un día hablaremos largo y tendido de estas sillas, hoy de momento nos quedamos con este curioso dato. Así que la próxima ocasión que veáis uno de estos coches blancos con la archiconocida franja roja, sabed que el origen de este servicio, de más de cuatro siglos de vida, se ubica en la tímida y discreta Plaza de Herradores.