Calle del Píncipe, en Madrid Hace unos meses os hablaba sobre la Calle de la Princesa y sobre la persona a la que está dedicada. Un poco más escondida aguarda su ‘hermana’, la Calle del Príncipe. Mucho más desconocida que la primera, esta estilizada  vía del animado Barrio de las Letras sobrevive  con un agitado pasado sobre sus espaldas… ¿La recorremos?

Su fino trazado une dos de las plazas más bonitas de Madrid, la Plaza de Canalejas con la de Santa Ana, dos recintos primorosos que aguantan con holgura el paso de los años. La Calle del Príncipe está destinada a unir para siempre un camino lleno de historia, un paseo delicioso que encierra, en una de sus esquinas, una leyenda de amor y espíritus, pero vayamos por partes.

Lo primero que debemos aclarar es a qué príncipe está dedicada esta discreta vía aunque no lo tendremos tan fácil. Si con la Calle de la Princesa no había dudas de que está bautizada así en honor de Isabel de Borbón y Borbón, la ‘chata’, con la calle del Príncipe aparecen varias teorías. Para Mesonero Romanos se debe a Felipe II,  según Capmani se llamó así para conmemorar el nacimiento de Felipe IV, no obstante, otros tratadistas aseguran que la vía se dedicó a Muley Xeque, Principe de Fez y Marruecos, conocido como el Príncipe Negro.

Para salir de dudas vamos a recurrir a nuestro escritor más universal, Miguel de Cervantes, quien al escribir el «Viaje del Parnaso» ,  en aquel momento vivía alquilado en la Calle de Huertas y relata que  habita junto al Palacio del Príncipe Negro. Por lo tanto, parece que la última hipótesis, gracias al apunte del escritor, es la que cobra más veracidad. (Gracias a Juan Carlos de Carpetania Madrid por el apunte)

Esta calle no ha sido ajena a esa costumbre que tiene Madrid como es el cambio del nombre de muchos de sus vías, algo que afectó especialmente durante la Primera República a todas aquellas calles cuyos nombres estuviesen relacionados con la monarquía. Durante un tiempo se la denominó “Calle de Izquierdo” en recuerdo al General Rafael Izquierdo y más tarde, durante la Guerra Civil su designación oficial fue “Calle de Francisco Maciá” recuperando en 1939 su primitivo nombre.

Nomenclaturas aparte, esta centenaria calle ha visto florecer al Barrio de las Letras y aquella sociedad del Madrid de espadachines y literatos siendo una de las más elegantes y frecuentadas de la Corte. De hecho, en ella estuvieron ubicados el Corral de la Pacheca y el Corral del Príncipe, éste último en el lugar donde actualmente se alza el Teatro Español. Auténticos hervideros sociales de la época.

Antes de poner el punto final a este paseo nos detendremos en el edificio que hace esquina con la Calle de Manuel Fernández y González. Aquí, en 1588 vivió Prudencia Grillo, una hermosa chica de la alta sociedad, hija del banquero de origen genovés, que se enamoró del alférez Martín de Ávila. Ambos se las prometían felices hasta que él tuvo que partir a la guerra. Un trago especialmente amargo en el momento de la despedida. Él para intentar calmar las lágrimas de su amada le aseguró que si le pasaba algo, su espíritu atravesaría las paredes y, como señal, tiraría uno de los cajones de la cómoda al suelo.

Transcurrieron los meses y Prudencia no tuvo noticias de su pareja hasta que una noche, un extraño presentimiento interrumpió el sueño de la chica. Entonces, una sonora brisa invadió toda la estancia. Ella comprendió al instante lo que aquello significaba. Trató de apartar su mirada pero sus oídos no pudieron evitar escuchar el impacto del cajón contra el frío suelo. Días más tarde le confirmaban de manera oficial lo que ella ya sabía, Martín había muerto. En ese momento, Prudencia optó por ingresar en el Convento de Santa Isabel y dejar para siempre su vida cortersana.

Foto de la portada de Carlos Viñas

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11 comentarios

  1. ME ENCANTA, ME ENCANTA,ME ENCANTA tu web!

    Soy madrileña..y no hay día que aprenda alguna curiosidad leyéndote..
    Es más, me he imprimido todos tus posts y están en un archivador para estudiarmelos enteritos y enseñarselos a mi madre!

    Enhorabuena y publica más y más y más!

  2. Perdona que te corrija, pero a mí me gusta que lo hagan conmigo cuando escribo. EN la tercera frase («ésta estilizada vía del animado Barrio de las Letras») sobra el acento de la palabra «esta».
    Que conste que me encante tu blog y que lo sigo diariamente desde mi exilio romano. Perdona que me haya atrevido y no tengas reparo en borrar el comentario.
    Un abrazo

  3. El edificio que comentas donde ocurre la historia de los novios es donde actualmente se encuentra una mega clínica dental?? Me parece impactante!!! Un saludo

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