Me encuentro estos días enfrascado en la lectura de un libro titulado “Historia de Madrid” de Rosalía Ramos y Fidel Revilla, en el que se nos narran los avatares de esta ciudad y en el que me he topado con una anécdota que paso a compartir con vosotros y que pudo cambiar de manera definitiva el concepto actual de la Villa y Corte.
Resulta que tras el espectacular incendio desatado en 1734 que fulminó al antiguo Alcázar, para levantar la nueva residencia real, Felipe V optó por colocar a los mandos del proyecto a una de los mejores y más reputados arquitectos de la época, a Filippo Juvarra. En aquel momento no pudo imaginar los quebraderos de cabeza que le originaría esta elección.
El italiano planteó al monarca un proyecto faraónico y de descomunales dimensiones, más pretencioso incluso, y ya es decir, que lo imaginado por el propio Rey español. El palacio ideado por Juvarra era de tal tamaño que no cabía en el emplazamiento del desaparecido Alcázar por lo que el arquitecto propuso una ubicación alternativa, los altos de San Bernardino, en la zona actual del Barrio de Argüelles.
El choque de opiniones, entre monarca y arquitecto pronto pasó a un enfrentamiento personal ya que Felipe V quería que el futuro Palacio Real estuviese asentado en el mismo lugar en el que lo estuvo antes el Alcázar. Una forma simbólica de enlazar la recién llegada dinastía, la de los Borbones, con el resto de la monarquía española. Eso y que el proyecto planteado por Juvarra sencillamente se iba, por mucho, del presupuesto inicial.
Monarca y arquitecto mantuvieron un importante tira y afloja que acabó de manera súbita y repentina. Cuando Juvarra cumplía el año de estancia en Madrid cogió una pulmonía que lo llevó al descanso eterno. Ya, sin nadie que le pudiese contradecir, Felipe V contrató a un discípulo del italiano, Juan Bautista Sacchetti quien lo primero que hizo fue plegarse a los deseos del Rey. Sin duda, estaba ante una oportunidad única que no podía desaprovechar así que tras afirmar al monarca que seguiría sus pautas y directrices, comenzó a dirigir los trabajos en 1735.
Esto es sólo una muestra de lo caprichoso que puede resultar el destino a veces, y de cómo aspectos casi imperceptibles en la densa historia, como una pulmonía, pueden cambiar para siempre la fisionomía y el perfil de una ciudad. ¿Quién sabe como hubiese terminado todo si Juvarra no hubiera enfermado? ¿Os imagináis un Palacio Real en mitad del actual Argüelles?
Foto de la entrada sacada de «UnaventanaMadrid»
6 comentarios
Que habria sido entonces de los heavys jaajaj
Froilan saliendo de fiesta por los bajos al 666
Pues no entiendo bien, ya que el anterior Alcazar no estaba donde el actual palacio real sino en frente al retiro, donde aún se conserva el único pabellón que no destruyó el fuego (antiguo museo del ejército). Así que la solución definitiva parece que no fue ni una ni la otra, no????
David, el anterior Alcázar sí que estuvo en el lugar donde actualmente se levanta el Palacio Real, que a su vez, es el mismo sitio donde estuvo la fortaleza musulmana a partir de la cual se origina el Mayrit del que deriva la ciudad actual. Un abrazo!
Hola David, el alcázar al que te refieres es el desaparecido Palacio del Buen Retiro, del que perduran el antiguo Museo del Ejercito (algo así como el salón del trono), y el Casón del Buen Retiro (salón de baile). Dicho palacio se construyó en el siglo XVII como residencia de recreo en lo que eran las afueras de Madrid y quedó destruido en la Guerra de la Independencia. El Palacio Real se asienta donde estaba el antiguo Alcázar de los Austrias, que como bien dice Manu se origina a partir de una fortaleza musulmana.
Menos mal que lo terminó Sacchetti, que era discípulo de Iuvara, pero mucho más realista que su maestro!