La Puerta del Sol ha sido testigo de muchos acontecimientos históricos. Unos de gran relevancia y notoriedad pero otros tantos que han pasado casi desapercibidos hasta nuestros días, como la instalación de los primeros urinarios públicos a mediados del Siglo XIX, en concreto en el año 1863. ¿Viajamos en el tiempo?

Tal interesante y agradecida medida se la debemos a Pepe Alcañices, Duque de Sesto, que ocupó la Alcaldía de Madrid durante siete años, entre 1857 y 1864. Fue un aristócrata, militar y político que tuvo una especial fijación durante su mandato, la de dejar como legado una capital limpia, higiénica y sin olores. Hasta su nombramiento como alcalde de la ciudad, la gente tenía la costumbre de hacer sus necesidades en los portales o en las calles, sin ningún miramiento. Os podéis imaginar la estampa y el ambiente tan “cargado” que debía ofrecer la ciudad.

Por ello, se instalaron dos urinarios en la Puerta del Sol, uno de ellos en la esquina de la Calle Carretas con la plaza y otro, entre las Calles Arenal y Mayor, en la ya desaparecida Calle de la Duda. Dentro de este último, el necesitado viandante podía encontrar “un gabinete de lectura, un despacho de licores y cerveza y seis retretes para caballeros y tres para señoras”. Vamos, que aquello era más un punto de encuentro social que un baño al uso.

Los urinarios, construidos encima de unas alcantarillas, desaparecieron al llevarse a cabo diferentes reformas en las plazas y estos ‘espacios’ a finales del siglo XIX, comenzaron a tener un aspecto mucho más práctico y funcional. Aún y todo, el grado de limpieza de dichos baños dejaba mucho que desear y la gente seguía haciendo sus necesidades en las calle, por lo que el Duque de Sesto dictó un bando en el que se anunciaba una multa de dos reales a todo aquel que fuese pillado in fraganti, orinando en la vía pública. Dicha medida dio lugar a una frase muy repetida en la época.:

“Dos reales por mear / ¡Caramba qué caro es esto! / ¿Cuánto querrá por cagar / el Señor Duque de Sesto?

Hoy en día, quizás sea una de las carencias que se le pueden achacar a Madrid, la ausencia de un mayor número de baños públicos. En 2010 la cifra no llegaba a los 40 mientras que por ejemplo, en París, ronda los 400.

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4 comentarios

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