Este lunes, creo que a nadie se le escapa, es San José. Por ello, aprovechando esta bonita festividad quise buscar algún secreto o curiosidad relacionada con esta efeméride. Rápidamente pensé en la Iglesia de San José, un templo que gracias a su portentosa ubicación, en el primer tramo de la Calle de Alcalá, es guardián de numerosos secretos, incluida una errata histórica que algún día aclararemos. Sin embargo, hoy es el día de rendir homenaje a una pérdida que tuvo que sufrir hace 108 años. Una modesta construcción que marcó, con su desaparición el inicio de una nueva era para Madrid, la Casa del Cura.

La Iglesia de San José se localiza en el número 43 de la Calle de Alcalá, en los terrenos que tiempo atrás ocupó el Convento de San Hermeregildo. Este templo de fachada rojiza se hizo, rehízo y modificó distintas veces a lo largo de su vida. Precisamente en estos días se encuentra sumido en un intenso lavado de cara pero hoy no es momento de hablar de él, sino de la que fue su inseparable compañera, de días y noches, durante mucho tiempo.

La Casa del Cura junto a la Iglesia de San José

Si nos fijamos en varias fotografías antiguas de Madrid, anteriores a 1910, observamos como contigua a la fachada principal del templo, se levantaba una modesta construcción de dos pisos y no excesiva gracias. Era conocida como la ‘Casa del Párroco’ o la ‘Casa del Cura’ ya que en ella vivía, como habréis deducido rápidamente, el párroco del citado templo. Como véis, no tenía que caminar demasiado el hombre para llegar al trabajo… Lo cierto es que esta discreta construcción pasó a la historia de Madrid por un motivo muy concreto, fue la primera ‘víctima’ de la Gran Vía.

Cuando aquella mañana de abril de 1910 se dieron por iniciados, por fin, los trabajos de construcción de la avenida que modernizaría el corazón de la Villa, se hizo con un simbólico golpe de piqueta. El rey Alfonso XIII impactó con aquella herramienta de plata sobre la fachada de esta casa para que, todos los madrileños y medios allí congregados, fueran testigos del comienzo de unas obras que se prolongarían durante décadas y que, muchos de los presentes no verían finalizar. El nacimiento de la Gran Vía llevó implícito el derribo de cerca de 300 casas, la amplia mayoría,  víctimas anónimas y silenciosas en las que es complicado reparar. Sin embargo de todas ellas, la Casa del Cura, por su simbolismo, sí que ha tenido la fortuna de ser recordada.

La Casa del Cura junto a la Iglesia de San José

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