Con la Puerta del Sol ocurre un hecho bastante significativo cada vez que revisamos su pasado. Acostumbrados a ver como el tráfico, el agobio y el jaleo han ido a más en el 99 por ciento de los espacios de Madrid con el paso de los años, en ella, su más que evidente estruendo actual parece una balsa de aceite cuando vemos ese caos sobre ruedas que exhibió años atrás.

La foto que os traigo hoy y que demuestra que esto es una verdad palpable procede del inicio de la década de los años treinta. Sin carriles claramente delimitados, sin señales de tráfico o prioridad, sin nada más que el atrevimiento de sus avispados conductores, aquella Puerta del Sol era una enorme orquesta motorizada en la que sus instrumentos tocaban sus correspondientes partituras sin influir en sus vecinos de pavimento.

Tranvías, camiones, coches… Nos sorprende observar una plaza absolutamente dominada por el tráfico rodado ¿Y los peatones? ¿Cómo se las apañaban para cruzar de un extremo a otro? Imagino que con buenas dosis de valentía y algo de suerte, aunque estoy convencido de que hubo más de un susto o desgracia en aquella plaza tan despojada de lo humano y personal.

Si os queréis hace más a la idea de cómo era aquella Puerta del Sol os invito a que busquéis videos en Youtube, hay varios documentos gráficos y os aseguro que ver aquel caos en movimiento es, cuanto menos, llamativo. Por suerte, los viandantes fueron recuperando con los años aquella explanada que nunca debió dejar de ser suya. En Madrid todo parece avanzar en una misma dirección menos en Sol, una plaza rebelde e independiente que parece obsesionada con escribir su propio destino.

Puerta del Sol, Madrid

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