Ha pasado a la historia como “El mejor alcalde de Madrid” aunque, curiosamente, jamás ostentĂł ese cargo. Lo que sĂ es cierto es que la enorme labor urbanĂstica y de mejoras que Carlos III aportĂł a la capital hizo que fuese bautizado, de modo justo, con ese sobrenombre.
Un reconocimiento que se hizo práctico en el año 1994 cuando se decidiĂł honrar todas esas medidas y aportaciones, como el Paseo del Prado, con la colocaciĂłn de una estatua en uno de los lugares más privilegiados de Madrid pero ÂżEn cuál? Llegado este momento, se optĂł por la vĂa más democrática de todas, hacer un referĂ©ndum y que fuesen los propios habitantes de la ciudad quienes decidieran la vivienda de Carlos III. En tercer lugar quedĂł la Plaza de la ArmerĂa, en segundo, junto a la Puerta de Alcalá, y en primero, el escogido finalmente y que todos ya conocĂ©is de primera mano, la Puerta del Sol.
Lo que es sorprendente es la invisible juventud de esta cĂ©ntrica escultura. Acostumbrados a ver los monumentos de otros reyes, con varias centurias de existencia sobre sus hombros, este Carlos III apenas alcanza el cuarto de siglo de vida. Otra cosa que da a engaño es su peso, allĂ instalado en las alturas, con una postura ligera y airosa, pocos acertarĂan que estamos hablando de un conjunto que, entre personaje y caballo, superan los 2.800 kilos de peso. Ah! Una Ăşltima curiosidad de esta obra es que sus autores usaron como modelo una pequeña estatua del mismo monarca, que data de 1790, y que se encuentra en la Real Academia de Bellas Artes de San Fernando.