Vaya sorpresa se llevó el bueno del Templo de Debod cuando después de sus primeras semanas en Madrid, tras ser inaugurado en su presente ubicación en julio de 1972, percibió que los árboles que le rodeaban empezaban a quedarse desnudos con el paso de los días. Entonces, temió por la vida de sus nuevos amigos hasta que ellos mismos le explicaron que dicho fenómeno era de lo más normal.

Pese al susto inicial pronto respiró aliviado y entendió que aquello era el ciclo de la vida y que era un hecho totalmente lógico y esperado, es más, pronto se encariñó con aquella época que sus visitantes definían como el otoño. Le gustaba el nombre y, también, el contraste del frío y raso cielo azul de Madrid con los colores ocres y marrones que se iban apoderando de cuanto observaba a ras de suelo desde su emplazamiento.

Año tras año esperaba con deseo y anhelo la llegada de su estación preferida, la que le envolvía en hermosos colores, la que le hacía cosquillas con cada una de las hojas que se depositaban a sus pies. Un estanque con alma de océano recostado sobre un lecho rojizo, una imagen de la que se sentía especialmente orgulloso al ver la cara de asombro y ternura que lanzaban todos cuantos le visitaban por esas fechas.

Él se sentía especialmente cómodo y feliz abrigado en ese panorama, incluso su aparente soledad se hacía más llevadera que nunca. De vez en cuando le daba por repasar sus más de dos milenios de vida, tratando de recordar si alguna vez se había sentido tan dichoso. “Creo que no”, farfullaba cuando nadie podía escucharle en mitad de la noche.

Seguramente en breves volverá a alegrar su pétreo rostro, cuando caiga en la cuenta de que otra vez el otoño ha llegado. Como siempre lo ha hecho para marcharse pero con la bendita intención de dejarnos en el camino momentos como éste…

Fotografía de Fernando De Castro.

Otoño en el Templo de Debod, Madrid

 

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1 comentario

  1. no hay para más bonito,eso es una tranquilidad no aburrida.Una joya además botanica.,cuenta con muchas especias de árboles.Me encanta soy muy feliz en el retiró.

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