No podíamos cerrar este ciclo de terror madrileño sin hacer mención del escenario encantado más famoso de todos. ¿quién no recuerda las famosas psicofonías del Palacio de Linares? Unas grabaciones que dieron la vuelta al país y que, a pesar de quedar demostradas como falsas no pudieron tapar la macabra y trágica historia que se vivió entre sus cuatro paredes.
José de Murga y Reolid y Raimunda de Osorio y Ortega, Marqueses de Linares, compraron en 1874 un solar en la intersección de la Calle Alcalá con el Paseo de Recoletos, de más de 3.000 metros cuadrados, para levantar su futura vivienda. Tras fallecer los marqueses, y ante la ausencia de descendencia, el palacio lo heredó la ahijada de éstos, Raimunda. Casi un siglo más tarde, en el 1992, el edificio se reabrió como la Casa de América.
Es a comienzo de la década de los noventa, en concreto en mayo de 1990, cuando todo el tema sobre el posible encantamiento del palacio y de sus ‘especiales’ habitantes salta a la luz. Quizás aquellas escalofriantes psicofonías abriendo los informativos de la tele son unos de los primeros recuerdos que tengo relacionados con Madrid. La noticia de unas voces procedentes del más allá, registradas por la doctora Carmen Sanchez de Castro sobrecogieron a más de uno.
En estas grabaciones se podían escuchar voces que hablaban de forma nítida y clara. La primera, masculina gritaba ““¡Fuera,no… aquí no!”, la segunda, quizás la que más angustia producía, era de una niña, que con voz quebrada susurraba, “Mamá… yo no tengo mamá”. La última, la de una mujer mayor, decía varias frases, entre ellas, la más reveladora de todas era “Mi hija Raimunda… nunca oyó decir mamá”.
Las supuestas psicofonías pronto quedaron en entredicho, se trataba de una farsa de la doctora para promocionar su libro pero sin embargo, no podemos obviar la oscura vida que tuvieron los Marqueses de Linares y la tenebrosa leyenda que se cernió sobre ellos. Era un secreto a voces entre la alta sociedad madrileña que los marqueses vivían en plantas separadas, sin llevar una vida conyugal normal. Tampoco tuvieron descendencia solo a ‘mundita’ como cariñosamente llamaban a Raimunda, su ahijada y a la postre heredera pero ¿qué misterio ocultaban los marqueses?
Cuenta la leyenda que después de haberse casado, José y Raimunda descubrieron con estupor que en realidad eran hermanos. Ella era fruto de una aventura amorosa del padre del Marqués con una vendedora de tabaco de Lavapiés. El padre hizo todo lo posible porque la historia de amor no fructificara pero los amantes, desconocedores de ese dato, hicieron realidad su amor. Tras descubrirse todo el embrollo llegó la intervención de León XXIII quien les permitió vivir juntos pero en castidad. Según contaban las malas lenguas, los marqueses no pudieron refrenar sus pasiones y tuvieron un hijo prohibido que decidieron ahogar y enterrar tras los muros del palacio.
Otras versiones decían que ‘mundita’ era realmente la hija de los marqueses pero que éstos, para no dar que hablar se la entregaron a una familia cercana… la realidad de esta trágica historia es todo un misterio que nunca quedará resuelto. Más real fueron los estudios que llevaron a cabo, un año antes, un grupo de prestigiosos investigadores liderado por un cura jesuita, un año antes de que las psicofonías vieran la luz.
Hechos inexplicables como estancias a temperaturas gélidas, melodías de órgano de origen desconocido o incluso apariciones de un espectro con forma de niña correteando por el salón de baile. Una serie de hechos demostrados que dejaron clara la presencia de existencia de sucesos paranormales en el Palacio de Linares.
3 comentarios
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No se si sabrás, dada tu juventud lo dudo, que Mary Sampere durante la filmación de la segunda parte de La Escopeta Nacional, cuyos interiores fueron filmados en el Palacio de Linares, durmió, durante todo el rodaje, en el lugar donde le colocaron una chaise longue, en la que ella aparecia tumbada porque el personaje que interpretaba era el de una inválida. Por lo visto nadie molestó su sueño en todos los días que duró aquel rodaje. Durmió sola en el palacio y además se ahorró el hotel.
Qué grande. Recuerdo cuando regalaron un cassette con las grabaciones de las psicofonías en la revista Tiempo, y mi hermano me las ponía a traición mientras dormía.