Gracias a la fotografía antigua resulta curioso caer en la realidad de lo mucho que han trotado por las calles de Madrid muchos de sus monumentos. Elementos urbanos cuya presencia hoy ligamos de manera estrecha a un entorno concreto y que, sin embargo, luego descubrimos que no siempre fue así. Es lo que me sucedió con el que quizás sea el monumento más representativo de todo Malasaña, las figuras de Daóiz y Velarde que se alzan en la Plaza del Dos de Mayo y que, viendo las numerosas ubicaciones que ha ocupado a lo largo y ancho de la Villa podríamos decir que han sido unos auténticos turistas en su propia ciudad.
El conjunto escultórico de corte neoclásico y que representa a este cántabro y a este sevillano se realizó en Roma en el año 1822. Su autor, el catalán Antonio Solá recibió entonces 3.000 duros por ejecutar esta obra en mármol blanco de Carrara por iniciativa del propio monarca Fernando VII.
El viaje que hicieron estos héroes del 2 de mayo desde Italia a la capital de España no era más que un pequeño presagio de lo que les iba a esperar en cuanto aterrizasen en la capital. Su primera ubicación, ya en el año 1831 fue una de las salas del Museo del Prado, en donde permaneció durante 15 años rodeado de otras obras. El emblemático museo fue el punto de partida de un itinerario que, posteriormente les llevó al Parterre del Parque del Retiro, donde seguramente tuvieron una estancia de los más tranquila y placentera. Al tiempo, ya acostumbrados a su nuevo hábitat, se tomó la decisión de que regresasen al Museo del Prado.
Fue al llegar el año 1869 cuando los buenos de Daóiz y Velarde emprendieron un nuevo viaje, éste les llevo muy cerca del lugar que ahora habitan, a un espacio denominado la Era del Mico y que actualmente se ubicaría en las confluencias de las Calles de Carranza y Ruiz, cerca del Metro Bilbao. En esta fotografía antigua donde aparece en primer término el arco del Cuartel de Monteleón que ocupa la Plaza del Dos de Mayo podemos verles asomar al fondo de la imagen en su ya conocida postura.
Pero el idilio entre estos queridos capitanes y la sala de pinturas más famosa de Madrid no había dicho su última palabra. Un 16 de enero de 1879 se certifica su regreso al Museo del Prado, en esta ocasión, a un lugar mucho más prestigioso, a su fachada principal. (Ubicación que en la actualidad ocupa el monumento a Velázquez). Aquí tenéis la prueba gráfica de ello.
Su penúltimo paseo nos traslada al año 1901. En esta ocasión, el monumento puso rumbo a la Plaza de la Moncloa. Un curioso destino que ocupó durante más de tres décadas y que poca gente parece recordar. Por suerte también tenemos fotos de ello.
Y por último llegamos a 1931, momento en el que se decide que Daóiz y Velarde reciban un merecido descanso y se instalen en el Barrio de Maravillas, o Malasaña como prefiráis, en la Plaza del Dos de Mayo. En el lugar donde se alzó el Cuartel de Monteleón y donde se empezó a gestar su leyenda. Hasta siete ubicaciones diferentes para el monumento que, seguramente, más vueltas haya dado por las calles de Madrid. Ahora, desde su pedestal, controlan todo lo que sucede en esta animada plaza. Ya acostumbrados a los botellones y al bullicio parece que por fin, después de tantos viajes, han encontrado un lugar para quedarse.
Información sacada de Somos Malasaña.
5 comentarios
Manu felicitacion por tu articulo es una maravilla aprender cosas de esta nuestra desconocida y a la vez querida ciudad de Madrid
Al final, están donde más lo deterioran y done más les ofenden.
Creo que de momento lo toman como un icono gay, por ir los dos personajes cogidos de la mano.
Alguien sabe si lo que se ha conservado es el arco original de entrada al cuartel o una réplica? Es que en las fotos de la época parece más grande
Deberían llevar la escultura a un lugar menos arriesgado. Donde están, si Dios no lo remedia y por culpa de la ignorancia de la actual generación y quienes nos gobiernan, algún día puede aparecer mutilada. Si ya lo hicieron con la Cibeles, ¿por qué no iba a suceder lo mismo con unos tales Daoiz y Velarde?
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