Discreta y silenciosa, en uno de los laterales de la Calle Mayor aguarda esta bonita plaza de carácter medieval y en la que confluyen tres pequeñas calles, la Calle del Codo, la Calle de Madrid y la Calle del Cordón.

Como ya os comenté en el post anterior, para mí es uno de los espacios con más encanto de toda la ciudad. Ajena al ruido y al frenesí que se vive a escasos 300 metros, en la Plaza del Sol, ofrece un remanso de paz al viandante. La plaza la componen tres edificios, la Torre de los Lujanes, la Casa Palacio de Cisneros y la Casa de la Villa.

Cuando os acerquéis a admirar la Torre de los Lujanes, sed conscientes que estáis ante una de las construcciones civiles más antiguas de todo Madrid, ya que data del Siglo XV. De estilo gótico-mudéjar, su nombre viene de sus primeros propietarios, la familia de ‘los Lujanes’, unos prósperos comerciantes de origen aragonés. Cuenta la leyenda que sirvió de prisión para alojar a Francisco I de Francia tras la Batalla de Pavía y que para que éste sufriera una mayor humillación al ser encarcelado, se le hizo pasar por una de las puertas laterales, para que al entrar, tuviese que agachar la cabeza. Algo muy decoroso para un rey.

De frente a la Torre, observamos la Casa de la Villa, que fue sede del Ayuntamiento de Madrid durante más de 300 años, hasta 2007, cuando se traspasó al Palacio de las Comunicaciones, en Cibeles. En la actualidad se utiliza para recepciones oficiales y eventos.

Siempre que decido dar un paseo por el Madrid de los Austrias, empiezo mi ruta por esta plaza. No hay mejor lugar para empezar a empaparse de la historia de Madrid que éste lugar, un lugar que fue un punto clave y neurálgico durante el crecimiento y desarrollo económico y demográfico de la ciudad hasta hace bien poco. Su relevancia en la actualidad ha quedado en segundo plano pero sigue siendo un lugar emblemático y que no debe faltar en ninguna visita.

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