No os dejéis llevar por las falsas apariencias. Malasaña es hoy un barrio principalmente de público joven y estética moderna, plagado de locales vanguardistas, donde la cultura urbana se hace más fuerte cada día, pero no, por este barrio de recargadas calles y taciturnos recuerdos se han ido acumulando más de tres siglos de historia. Un pasado que también afecta a su nomenclatura y es que, sus denominaciones originales y, sobre todo oficiales, se han ido casi olvidando. En este secreto de Madrid las rescatamos, no merecen menos.
Mucha gente se sorprende cuando les digo que ‘Malasaña’ no es el nombre oficial sino una adopción muy actual, pero vayamos por orden cronológico y retrocedamos varios sitios para conocer cuál fue el primer, y bonito nombre, de esta zona de Madrid.
En la zona de la Calle de la Palma se ubicó en este lugar el Convento de las Maravillas de las monjas carmelitas. Hoy no queda nada de él pero sí, junto a la Plaza del Dos de Mayo, la Iglesia de los Santos Justo y Pastor, y que originalmente perteneció a este convento. En él se veneraba una imagen de Nuestra Señora de las Maravillas, por ella y su fama, el barrio pasó a ser conocido como Maravillas (admito que me parece un nombre precioso) y ya en el año 1770, ‘Maravillas’ era uno de los ocho cuarteles en los que, administrativamente, se dividía en Madrid (al igual que ahora lo hace en distritos). Una coplilla muy usada por sus orgullosos vecinos decía lo siguiente: “Es la corte la mapa de ambas Castillas y la flor de la corte; las Maravillas”.


Esto fue así hasta que en el año 1845 llega a la zona una impoluta y renombrada vecina, la Universidad Central, que tuvo a bien instalarse en la Calle de San Bernardo. Esta letrada presencia hizo que desde entonces, el nombre ‘oficial’ del barrio se llamase Universidad, el cual, a día de hoy se sigue manteniendo, a pesar del desconocimiento de muchos de sus vecinos y visitantes.
¿Y lo de Malasaña? ¿De dónde viene? Para conocer el porqué de esta designación hay que saltar directamente a los años de La Movida, en los inicios de los años ochenta. En la bulliciosa calle de Manuela Malasaña se instalaron los principales locales y salas. Algo que hizo que la gente joven se reuniese en ella de manera recurrente y la tomase como referencia en su nueva y liberada vida. Su fama fue aumentando a la par de su influencia en el barrio. La gente, sin grupos de wassap para quedar ni otros medios digitales como ahora, se decían los unos a los otros “nos vemos en Malasaña”. Y así, anticipando encuentros y quedadas, Malasaña fue bautizando al barrio, sin que nadie pudiera frenarlo.

