De la misma forma que cada día la marea se retira, dejando espacio a las costas y a la arena, la vida se aparta del corazón de la Plaza Mayor, recostándose en la lumbre que baila en sus soportales. Los turistas, las terrazas, los artistas callejeros se van sin mirar el reloj… todos saben que en algún momento de la jornada, toca dejar caer el telón para que este histórico espacio puede descansar durante unas horas. Sin vestuario ni maquillaje. Un susurrante diálogo consigo misma y su pasado. De este reencuentro trata la postal de esta semana.
Esta fotografía de Antonio Belchior tiene además un protagonista especial, la lluvia, y ya sabemos siempre que toda escena que cuente con este elemento contiene una dosis extra de nostalgia y melancolía. Bajo una leve capa de agua, los adoquines del suelo se vuelven más nítidos. Como queriendo dar relevancia a los muchos acontecimientos ocurridos sobre ellos. Parece mentira que aquí, en este espacio silencioso de Madrid, hubiese desde ejecuciones públicas hasta corridas de toros, pasando por mercadillos o ceremonias de beatificaciones. Un pasado trepidante que se calla y nos mira con atención.
A quien no parece importarle la lluvia, es más, casi lo agradece, es a Felipe III. El monarca aguanta impasible mientras recibe una placentera ducha que le deja lustroso y reluciente. Listo para otra agotadora jornada de fotos y selfies. Otra más en una cuenta que no tiene fin.
Habituados a observar la Plaza Mayor cargada de actividad y movimientos, esta imagen suya cuestiona su fama a la vez que nos relaja. La Casa de la Panadería es un fondo perfecto para una postal más propia de un sueño que del día a día por el que avanza Madrid. Ayer, fecha lluviosa como pocas se recuerdan en el calendario reciente , seguro que la Plaza Mayor volvió a ponerse este bonito picardías. Su versión más íntima y atractiva. Así es imposible no caer rendido a sus encantos.