No resulta especialmente agraciada, tampoco aloja ningún rincón digno de fotografiar o conserva alguna joya oculta. Es una calle abocada al anonimato pero le guardo un especial cariño ya que con ella comparto, nada más y nada menos, que el nombre. La Calle de Manuel posiblemente nunca saldrá en las guías turísticas pero también tiene una historia que merece ser escuchada.

La primera vez que tuve conocimiento de su existencia fue volviendo de comer en un restaurante próximo, cuando levanté la vista y leí su nombre no puede evitar una sonrisa en mi cara. ¡Madrid escondía una calle con mi mismo nombre! Angosta, breve y de carácter apagado, une la Plaza de Cristino Martos con la Travesía del Conde Duque, muy cerquita de Plaza de España.

Tan pronto como supe que existía quise investigar quien era ese famoso Manuel y cuáles habían sido sus méritos para tener una calle en el centro de Madrid. Por lo que he podido averiguar Manuel fue un chico que vivió en aquí a mediados del Siglo XVII. De carácter noble y de gran valor, Manuel no se amedrentaba fácilmente ante los malhechores de la zona. Robusto y fuerte, tampoco dudaba en plantar cara a quienes se le acercaban con dudosas intenciones.

Nuestro protagonista se ganaba la vida siendo el chico de los recados del Colegio de los Irlandeses que se levantaba cerca. Allí servía y ayudaba en todo menester que pudiera colaborar. A esta institución estuvo prestando sus servicios unos cuantos años hasta que en la Nochebuena de 1634 los colegiales abandonaron el edificio quedando sólo Manuel para su vigilancia y sobre todo, al cuidado de una imagen de la Virgen de los Afligidos que allí había.

No obstante, los logros del joven no sólo fueron cuidar el edificio durante varios años, hasta que lo ocuparon los monjes premostratenses de San Norberto. Su gran mérito fue salvar la vida de una chica de las fauces de un lobo. Según la tradición, una criada de Doña Ana González llegaba a la Villa montada sobre un burro desde una hacienda cercana cuando un lobo comenzó a perseguirla. Ella trató de disuadirle lanzándole algo de comida que llevaba encima pero el animal parecía tener otros objetivos en mente.

Cuando la muchacha, viendo la insistencia del lobo, empezó a temer por su vida, se encomendó a la Virgen de los Afligidos. Fue en ese momento en el que apareció la figura salvadora de Manuel, dando muerte al animal y librando a la joven de un trágico final. De este modo, gracias a su gallardía, se ganó el reconocimiento eterno de la ciudad de Madrid.

Calle de Manuel, en Madrid

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3 comentarios

  1. Te agradezco tu investigación y tu relato. Yo también me llamo Manuel y hace algunos años viví en la calle San Bernardo, más o menos cerca de allí. No veas mi sorpresa al ver la placa de la calle 😉 Me alegro de saber el porqué del nombre. Gracias otra vez y enhorabuena por tu blog.

  2. Juan Alonso on

    Que bien lo de los nombres de las calles, aunque lo mejor es ter una con nombre y apellido. Yo la tengo esta en carabanchel y se llama calle Juan Alonso
    De vez en cuando voy a ver como la cuida el ayuntamiento y la verdad la tiene un poco dejada de la mano.
    En fin.

  3. Manuel Azpeitia on

    Enhorabuena por el precioso artículo sobre esta calle tan castiza y perfecta. También yo soy Manuel. Un apunte, es en esta calle donde en el número 5 de la misma se encuentra la brillante asociación en defensa del patrimonio Hispania Nostra.

    Un saludo

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