Algunas fotografías de Madrid tienen la maravillosa virtud de provocarnos un ligero vértigo al verlas y esta, sin duda, es una de ellas. El espectador se ubicará fácilmente gracias a la televisiva fachada del Congreso de los Diputados. Sin embargo, un simple vistazo bastará para ver lo mucho que ha cambiado su entorno más inmediato y lejano.
Estamos en el año 1853, poco tiempo llevaba inaugurada pues la nueva sede del Congreso levantado bajo el proyecto de Narciso Pascual y Colomer, a orillas de una Carrera de San Jerónimo que se deslizaba entre su lado más urbano y refinado y el más rural, el que se derramaba en aquel Paseo del Prado, sin asfaltar, casi desnudo. A continuación reconocemos al Museo del Prado y, a sus espaldas, controlando la ciudad una Iglesia de los Jerónimos que parecía marcar los límites de Madrid. Detras de ella, campo.
Ni rastro del hotel Palace, ni los elegantes barrios que ahora encontramos en la zona. Este lado de Madrid se desarrollaría más tarde. Por entonces, era tierra de incertidumbre, de caminos irregulares , de solares con los que especular. Precioso recuerdo, obra de Charles Clifford, de mediados del siglo XIX en el que Madrid se ofrecía como una tierra de oportunidades, una ciudad por conquistar. Basta comparar los planos de aquella zona con los actuales para confirmar, de buena fe, que algunos sí lo consiguieron.