Madrid, octubre de 1874. Una lluviosa y desapacible mañana envuelve de agua a todo aquel que se aventura a salir al exterior. Pocos, a casi ninguno, optaron por pisar la calle y ver el cortejo fúnebre que trasladaría, por enésima vez, los restos mortales de Calderón de la Barca. Esta vez el recorrido sería distinto, serviría para inaugurar, de forma precipitada, uno de los actuales iconos de la ciudad, el viaducto de la Calle de Bailén.
Con el artículo de hoy quiero mostraros como era el aspecto original que mostró esta famosa construcción en el Siglo XIX. Después llegaron dos diseños más, remodelaciones y reformas de un elemento urbano que nació con alma de hierro y madera. Un verdadero alarde para la época que ahora, con el espeso muro del tiempo de por medio, sentimos como un extraño, un desconocido.
La creación de un paso que salvase el enorme surco que produce la Calle de Segovia era algo que estuvo en mente desde muchos años atrás. Incluso bajo el reinado de José Bonaparte (1808-1813) el proyecto estuvo a un tris de materializarse pero finalmente se abandonó por la falta de recursos. Fue con el Duque de Sesto como Alcalde de Madrid cuando finalmente se optó por apostar por esta compleja obra, la que, por fin, uniría la zona de las Vistillas con el Palacio Real. Ahora, y tras muchos esfuerzos, la residencia de los monarcas y la Iglesia de San Francisco el Grande estarían más cerca, y mejor comunicadas, que nunca.
El encargado de realizar este proyecto que ahora miramos con sentimientos de sorpresa y nostalgia fue Eugenio Barrón. De la obra de este arquitecto fue muy aclamado el la gran cantidad de luz que se dejaba asomar entre las estructuras. Un paso de 120 metros de largo que salvaba un desnivel que en su punto más alto, respecto del suelo, alcanza los 23 metros y que resolvía un problema de accesibilidad que durante siglos se había resuelto mediante escarpadas y desafiantes cuestas y costanillas.
El estreno de este monstruo de metal, cuyas obras se prolongaron durante varios años, se produjo con el traslado de los restos mortales de Calderón de la Barca desde San Francisco el Grande hasta la sacramental de San Sebastián. Una comitiva formada por cinco carros y algunas personalidades que envueltas en un manto de agua cruzaron por primera vez este viaducto, a pesar de no estar concluido del todo. Esta semana se han cumplido 139 años de aquello. Por eso, creo que era justo darle a este viaducto el reconocimiento que se merece, a pesar de la leyenda oscura que ya desde entonces le persigue… pero de eso, hablaremos en otro momento. Su mérito, como solución arquitectónica, es incuestionable.
5 comentarios
Interesante recuerdo. Hubo de ser sustituido pues estaba calculado para ¡cuatrocientos kilos por metro cuadrado!, totalmente inviable para la circulación «moderna». De ahí el concurso convocado para su sustitución en los años treinta (s,XX). Por cierto, la fotografía está al revés. Si te fijas, Manu, el edificio que se ve al fondo es el palacio del Duque de Uceda (palacio de los Consejos), y eso te marca la posición.
Recién llegado yo a Madrid a principios de los 60, para estudiar, estaban de moda los suicidios saltando desde el Edificio España, ya que el tradicional (para eso) acueducto esta en obras, o eso decían, y en la cercana Torre de Madrid, mas alta, las ventanas no se podían abrir al ser un edificio mas moderno con aire acondicionado centralizado.
Esa foto antigua del viaducto de Bailén está al revés, pues el Palacio Uceda no puede quedar al lado izquierdo. Un saludo cordial.
Necesito contactar con usted…..es posible de alguna forma?
Saludosc
Necesito contactar con usted D Carlos Viñas….es posible de alguna forma?
Saludos