Muchas veces Madrid nos va dejando pistas sobre sus pasado, como si fueran amiguitas de pan, para sacar a la luz su historia. Por eso, es importante caminar, como ya os he dicho en otras ocasiones con los ojos bien despiertos, para así no perder la pista de secretos como el que os conté en cierta ocasión sobre la ‘Atalaya de la Villa’, la que en su día fue la construcción más alta de Madrid, ubicada en la Plaza de la Santa Cruz.
Para desvelar el secreto de hoy, no nos vamos a tener que desviar mucho de aquella plaza y seguiremos rondando con énfasis por ese Madrid central, caminaremos por esa maraña de calles estrechas y finas que es el barrio de Lavapiés y aquí llegaremos a nuestra protagonista, la calle de los Tres Peces. Se ha pasado la vida uniendo a las vías de Santa Isabel y a la del Ave María, es una de esas típicas calles de barrio, en las que, en sus silencios todavía resuenan las voces y gritos de sus días en blanco y negro, y vecinos apostados en sus puertas. Tal y como podemos ver en esta fotografía antigua de Alfonso.


Pero volvamos al presente más actual, precisamente a la semana pasada. Había caminado varias veces por este agradable calle y sobre la historia que le da nombre, en la que nunca me había fijado es en este detalle que me encontré a la altura del número 25. Tres peces de piedra labrados sobre la fachada, junto a una enigmática leyenda “Hace siglos, estos tres peces labrados en piedra dieron nombre a esta calle”. Pero, ¿Qué maravilla era ésta? ¿Cómo no lo había visto hasta ahora? El secreto ya estaba servido sobre la mesa y solo quedaba tirar un poquito más del hilo para saber porqué estos tres animales esculpidos en la pared bautizaron a la calle.
Para ello, recurrí a la enciclopedia que todo amante de Madrid ha de tener en su biblioteca, el libro Las calles de Madrid de Pedro de Répide. En ella, el cronista de la Villa menciona que la calle debe su origen de una casa que allí había perteneciente a las memorias de D. Pedro de Solórzano, cuya condición era la de dar todos los años, el día de San Francisco de Paula, tres peces grandes al convento de la Victoria; otros tres, en el día de San Rafael, al Hospital de San Juan de Dios; tres igualmente, en el día de la Concepción, al de San Francisco, y otros tantos al de San Bernardino, y para que no se perdiese la costumbre de este censo fueron labrados en la fachada de la casa tres peces de piedra.


De este modo ya quedaría resuelto el enigma de la calle de los tres peces y los misteriosos animales de piedra que aún hoy habitan en la pared, fue una peculiar limosna, otorgada a diferentes instituciones, la que dio origen a esta hoy agradable calle del corazón de Madrid.
2 comentarios
He descubierto vuestro blog y estoy encantada. He vivido en Madrid de 2001 a 2005 y me pego ahora volviendo a estos sitios tan especiales para mi. Gracias. Maria Cristina
Me encanta estas publicaciones que te hacen viajar al pasado y ademas te dan un poco de cultura del lugar donde vives.
Muy interesante la publicación.