Posiblemente sea una de las atracciones con más sabor e historia. El típico carrusel de caballitos cuyo único sino consistía en girar y girar sobre un eje central. Una atracción en la que seguramente todos hemos montado en alguna ocasión pero ¿de dónde surge su curioso nombre?
La anécdota que os traslado hoy nos remonta al mes de julio de 1834 cuando una epidemia de cólera azotó Madrid con importante virulencia. Hubo cientos de víctimas entre las que estaba un hombre llamado Esteban Fernández, conocido de forma cariñosa por los suyos como el Tío Esteban.
Esteban regentaba uno de estos carruseles, ubicado en el actual Paseo de las Delicias. La noticia de su fallecimiento fue recibida con mucha pena tanto por los niños como por los mayores pero el Tío Esteban aún tenía guardada una última alegría para su gente. Cuando lo llevaban para ser enterrado, Esteban salió del féretro en el cual lo portaban para darle sepultura y siendo consciente de a dónde lo mandaban comenzó a gritar: “¡¡Estoy vivo, estoy vivo!!”.
La sorpresa, supongo, debió ser mayúscula entre los asistentes… la noticia de la resurrección del Tío Esteban corrió como la pólvora por el Madrid de la época y desde entonces, su carrusel pasó a ser bautizado por el del “Tio Vivo”, término que con el paso del tiempo se usó para referirse a la atracción de feria.
Verdad o no, me parece una anécdota muy curiosa y un guiño a nuestra infancia que no podía pasar por alto 😉
Foto de la portada de H. Baile
5 comentarios
http://www.microsiervos.com/archivo/mundoreal/tio-vivo.html
Inverosímil.
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Partiendo de que en 1834 aún no existían estas atracciones, que empezaron a surgir hacia 1860, lo de Tíovivo tiene su origen en este invento de los caballitos, rueda, carrusel, que todo significa lo mismo, rueda giratoria, en el ejército como artefacto de entrenamiento para jinetes, que a caballo atacaban a los muñecos que sobre caballos de madera giraban en la rueda. A estos muñecotes se les llamaba tíos vivos.