
El marco perfecto para una tarde especial
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En la entrada de hoy os voy a confesar un nuevo vicio que he descubierto recientemente, se trata de la comida japonesa. Un mundo que hasta hace un par de meses era un auténtico universo desconocido para mí pero en el que recientemente he realizado varias incursiones, todas ellas igualmente satisfactorias.
Siempre he sido muy abierto a la hora de probar distintas culturas gastronómicas e incluso me he atrevido, un par de veces, a ir a restaurantes vegetarianos (algo impensable para mí hace años). No obstante, la comida japonesa, más por desconocimiento que por otra cosa, se me resistía. Ahora, sin embargo, cualquier momento me parece bueno para degustar un sashimi de salmón o unas gyoza.
El restaurante del que os voy a hablar hoy se llama Nagoya y está en la Calle Trafalgar, una de las que desemboca en la Plaza de Olavide. Había oído buenas referencias de él así que un día decidí probar. Me gustó pero no me fascinó ya que cometí el error de no probar el pescado crudo, me limité a pedir lo que comerías en cualquier chino. La segunda vez que acudí, ya con una experta en la materia, me dejé aconsejar, y mi paladar aún lo está agradeciendo.
Para el que no le guste arriesgar mucho siempre puede pedirse un pollo Teriyaki, unos tallarines Yaki-Soba o una tempura pero creo que la verdadera gracia de ir a este sitio es probar platos a base de pescado crudo como el sushi, el sashimi (el de salmón es altamente adictivo) o el Ebi Temaki (rollo de algas con langostino), platos que te preparan al instante en la barra y que tienen un sabor increíble.
Tanto los cocineros como los camareros son todos japoneses, super serviciales y eficientes. El local no es grande así que el ambiente es muy acogedor, todo decorado de madera al estilo tradicional y con una carta muy variada. Por lo que he podido leer en críticas de otras webs se trata de uno de los japoneses con mejor fama de Madrid, seguramente los habrá mejores pero puede que a precios muy superiores. La relación calidad/precio del Nagoya es difícil de batir, por unos 25 o 30 euros puedes disfrutar de lo mejor de la gastronomía nipona en pleno barrio castizo de Chamberí.
Estamos a viernes así que hoy me propongo haceros una recomendación gastronómica para todos aquellos que estáis por Madrid, se trata de uno de mis restaurantes preferidos, La Gabinoteca, un lugar en el que cada visita se convierte en toda una experiencia para todos los sentidos.
Situado en pleno barrio de Chamberí (Calle Fernande de la Hoz 53), tras el éxito de las Tortillas de Gabino (sitio al que aún tengo pendiente una visita) montaron no muy lejos este particular restaurante cuyo lema “comer y vivir” es ya toda una declaración de intenciones de lo que nos vamos a encontrar al cruzar su puerta.
La decoración del local y su distribución a dos alturas así como la originalidad de sus mesas y asientos ya nos impactan de primeras pero la mejor viene con la carta. El concepto de comida de la Gabinoteca hace que sea una mezcla entre los “pintxos” a los que estamos acostumbrados en el Norte y a la cocina de autor. Su estilo podríamos definirlo como “cocina de autor en miniatura”. Los miniplatos están divididos en tres grupos diferentes, además de los postres, lo ideal es escoger uno de cada. Os dejo algunos de mis favoritos: Foie, servido como crema catalana, el Potito (de huevo, patata y trufa) o la tapa de Vieiras a la plancha con Pimientos confitadisimos… todos ellos excepcionales.
Una de las cosas que más me gustan de este lugar, además de su comida, es la originalidad de cada detalle por ejemplo, si tienes dudas sobre que vino tomar, te dan una carta en la que por medio de unas preguntas, te recomiendan cual es el vino más afín a tu personalidad. Otro ejemplo es el postre Juan Palomo pero aquí no desvelo nada y dejo que seáis vosotros mismos los que os aventuréis…
Tanto el sitio, como por supuesto la comida, merecen una visita además, en la planta inferior tienen una barra donde sirven unos cocktails buenísimos (os recomiendo los mojitos). Yo siempre he ido a la hora de la cena pero os aviso que no admiten reservas así que si no queréis esperar mucho rato pasaros a primera hora, lo dicho, no os defraudará.
Precio medio: 25/30 euros.