Ni por asomo podrían imaginar aquellos cándidos infantes que posan rígidos ante nosotros las incontables parrandas que ha tenido que soportar el escenario que les rodea. La estructura de ladrillo del centro de la imagen delata sus coordenadas, la Plaza del Dos de Mayo. Cuando Malasaña ni siquiera era Malasaña.
Por aquel entonces este barrio era más conocido como Maravillas (nombre que por cierto me fascina) o Universidad. ‘Malasaña’, la Movida y todo lo demás llegaría mucho, pero mucho, más tarde. Por la época en la que está fechada esta foto de Juan Lacoste, entre 1903 y 1906, el barrio era un lugar humilde y tranquilo. Aquella aglutinación de gentes y almas estaba mucho más próxima a los chisperos y otros oficios que a los actuales ‘hipsters’ que marcan el espíritu y reputación de la zona.
Con sus jardines y árboles, aquella plaza del Dos de Mayo, siempre presidida por el histórico arco del Cuartel de Monteleón, era un campo ideal de travesuras y juegos. Una versión que está volviendo a recuperar, pasito a pasito, con todas las bondades y beneficios que para un barrio conlleva.
La Plaza del Dos de Mayo es uno de los puntos más efervescentes del actual Madrid, por eso, llama la atención ver el aspecto que presentaba hace algo más de un siglo. Mucho más callada y discreta. ¿Cuántas rodillas habrá arañado su asfalto? ¿Cuántas partidas de ‘policías y ladrones’ se habrán iniciado en su entorno? ¿Cuándo empezó a dibujarse otro horizonte en su vida? Sea, cuando fuere, lo cierto es que el futuro pinta cada vez mejor para este lugar, que lentamente, recupera su mejor versión, la que nos muestra esta foto.